Rainer Werner Fassbinder ( 1945-1982). Sin duda, la personalidad más interesante, compulsiva y autocrítica del nuevo cine alemán, un auténtico maestro con todas las virtudes y defectos de un genio. El crítico Héctor Soto lo definió una vez como el cineasta de la desintegración, porque su cine se especializó en mostrar a una Alemania deprimente. No lo es a nivel de testimonios documentales atroces, materia respecto de la cual sus realizaciones presentan una deliberada continencia, sino más bien a nivel de los sentimientos de culpa, de la claustrofobia, y de la imposibilidad de cambiar su condición o su destino en que se debaten sus personajes. Su preferencia por los personajes marginales, y más que eso, su compasión por los más doloridos y sufrientes, es un rasgo que ha menudo la crítica ha imputado a su propia condición de artista hostilizado por el medio. Efectivamente lo fue. Aunque probablemente ninguna de sus cintas tuvo los ribetes de agitación e insurgencia política que cierto periodismo alemán le quiso atribuir, es evidente que no fueron gratas a franjas importantes de la pirámide cultural y política de la República Federal e incluyeron observaciones difíciles de asimilar : subsistencia de formas de racismo ( "Katzelmacher"), colaboración de la burguesía con el genocidio judío, vaciedad del celebrado milagro económico ( "El matrimonio de María Braun"), sometimiento de la mujer ( "Nora", "Effie Brest"), reflexiones sobre el infierno matrimonial ( "Bolwieser"), sobre la crisis de la familia ( "Yo sólo quiero que ustedes me amen"), y un manifiesto énfasis en los componentes sadomasoquistas que suelen convocar, en determinadas circunstancias, las relaciones afectivas. |
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