Quien ama la vida, ama el Cine.

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El cine es como la vida,pero vista a traves de la subjetividad de un lente.

lunes, 18 de marzo de 2024

CINE CLASICO EN BLANCO Y NEGRO / LOS 40 :

Recomendaciones para disfrutar en casa.

El western "Rio Rojo" dirigido por Howard Hawks es uno de los títulos imprescindibles de esta década y una clásico de clásicos del cine. Como esta película citamos numerosas referencias a obras que debes redescubrir en la magia del video hogareño. 

 

Obras maestras.


"La carta"/"The letter" (1940) de William Wyler. Basado en el cuento homónimo de W. Somerset Maugham que dio origen a una obra de teatro y a tres películas de distinto interés. De todas ellas esta es la mejor porque el maestro William Wyler traza muy bien la figura de una mujer ( Bette Davis), que asesina a su amante en una noche de luna llena en Malasia, en la plantación de su marido (Herbert Marshall). Ella alegará legítima defensa, pero aparecerá una carta comprometedora en manos de la concubina euroasiática (Gale Sondergaard) y el conflicto se complejizará lo suficiente como para armar un suspense muy atractivo. Postulo a media docena de Oscar y aunque no gano nada, se considera uno de los grandes dramas de su director.   


La escena del homicidio con Bette Davis gatillando un arma, está entre las secuencias antológicas de la historia del cine, y la remarcación del mito de villana de la gran actriz. La película, por lo demás, recae en el peso dramático de una historia trágica donde la Davis brilla con colores propios. Vean como se mueve en escena y como expresa con sus enormes ojos, la trémula insatisfacción de una ambiciosa vida que se cae en pedazos. La foto de Tony Gaudio y la música de Max Steiner completan el coctel agridulce de esta notable película producida por Sam Goldwyn en su época dorada.   


"Que verde era mi valle"/"How Green Was My Valley" (1941) de John Ford. No recuerdo otra película más emocionante, familiar, sensible, afectuosa, amorosa y dramática que esta joya de joyas, que pone en un escenario construido en exteriores, los recuerdos de infancia del menor de los hermanos de una familia minera galesa. Toda la película es un festín de sentimientos, alegrías, penas, conflictos, luchas enconadas por sobrevivir con la grandeza y la épica de los registros familiares, recordados desde la admiración, el respeto y la añoranza por el hogar perdido.  


Walter Pidgeon y Roddy McDowall son los pilares fundamentales de esta gran película sobre la lenta y trágica desintegración de una familia, hermosamente narrada y con altos vuelos de expresividad en sus manifiestos estéticos y cinematográficos.  


El filme recibió el Oscar para Ford, a Mejor Película, al actor Donald Crisp, a la dirección artística para Richard Day y Nathan Juran, y para Ford, el Premio de la Crítica de Nueva York. Esta declarada uno de los tesoros culturales nacionales y en su última reedición, incluye un minucioso documental sobre su rodaje y sus intérpretes.    


El relato integra con gran preponderancia el empleo de la música, como muestra de afecto durante un matrimonio, en una invitación sorpresa para el coro de mineros galeses a celebrar el cumpleaños de la Reina, o en momentos de gran fuerza dramática en medio de un accidentado día laboral. Ford amaba las piezas románticas que tenían un doble componente para su autoría, porque, por un lado, elevaban las secuencias de mayor expresividad emocional y sentimental, y por otro, aducían a anteriores películas donde manifestaban sus sentimientos más íntimos relativos a su amistad eterna con la actriz Katherine Hepburn y su propia esposa.     


Acerca del guion escrito por Philip Dunne, Ford admitió a Peter Bogdanovich para su libro sobre el cineasta, que se ajustó bastante a él, "Quizás añadiéramos algo, pero para eso está el director. No puede limitarse uno a hacer que la gente se ponga de pie, diga lo que le toca y se vuelva a sentar. Tiene que haber algo de movimiento, algo de acción, cuestiones que animen y cosas así".   


La fotografía de Arthur Miller mantiene un expresionismo poético muy preponderante, que le saca partido a los espacios del plato, tanto los exteriores como los interiores en el hogar de los Morgan. En su trabajo, se acentúan los claroscuros en los momentos de más dramatismo, para remarcar estados de ánimo de personajes singulares o acentuar las escenas más significativas.  


En su manifiesta emocionalidad, Ford conforma un ideario colectivo sobre una familia galesa, que vive de su peligroso trabajo, evitando el hambre y la pobreza, sin dejar de evocar las lapidarias condiciones salariales, la explotación de niños y adultos, la constante amenaza de la muerte, y el ciclo vital de alegrías, sabiduría, severidad, castigo, admiración y nostalgia que caracteriza los recuerdos imborrables de ese niño, que vivió la triste y quejumbrosa disolución de su núcleo familiar.  Obra maestra imprescindible de la historia del cine.     


" Sierra Alta"/"El último refugio"/High Sierra (1941) de Raoul Walsh. Se trata de un estupendo guion de John Huston y W.R. Burnett, acerca de una novela de este último, y que es a la sazón, una de las más famosas películas negras de Walsh por el tono de tragedia que logra de un relato de gánsteres. En efecto, Humphrey Bogart interpreta a un viejo ladrón, que viene saliendo de la cárcel y que ya prepara el hurto de una caja fuerte en un hotel, con puros inexpertos. En su trayecto, conoce a una joven renga (Joan Leslie) de la cual se enamora, y a la cual, le regala una operación para recuperar su movilidad, y que termina olvidándose de él, para irse a vivir con su joven novio.  


Esta película lanza la carrera estelar de Bogart, después de efectuar numerosos papeles secundarios, demuestra que tiene garra de estrella, lubrica su expresividad con su acento cockney, arraigado en el cigarrillo y el whisky, y asume que la vida puede ser hermosa también por amor al cine. Walsh es un maestro categórico de la condición humana, y logra algo incómodo para los espectadores, que un gánster les caiga bien y les demuestre algo de humanidad. A su lado campean con Boggie, Arthur Kennedy, Alan Curtis, Henry Hull y Henry Travers, todos rostros que serán muy característicos del cine de su tiempo.   


"Los Magníficos Ambersons"/"The magnificent Ambersons" (1942) de Orson Welles. Es quizás una de las películas más mutiladas de la historia del cine, pero también una de las joyas imperecederas del maestro Welles. o solo porque vigoriza el relato en off de la novela de Booth Tarkington, que forma parte de la trilogía "Growth", extensa saga acerca de la vida de una ciudad del medio oeste norteamericano, con el empleo del sonido, de los decorados, de la fotografía, de las actuaciones, a un nivel similar a la más bien parsimoniosa "Ciudadano Kane".


Welles decidió encarar la filmación de este proyecto, porque le acercaba a una imagen nostálgica que tenía de su padre. Los paralelos entre la ficción y la realidad son increíbles, ya que George Welles y George Minafer, el personaje de la historia. provenían de la misma localidad y ambos tenía similitudes de carácter, porque eran unos díscolos obcecados y rebeldes que soñaban con el ritmo y la vida de la gran ciudad. Ambos se deleitaban con los pasteles de frutilla y eructaban rabia irrefrenable cuando les provocaban en serio. Además, las tías de ambos eran muy aborrecibles y Minafer evoca a su madre con los recuerdos personales que tenía Welles de la suya, al cumplir los ocho años de edad. Estos paralelismos le permitieron efectuar una obra llena de nostalgia, sensible y emocionante, dramática y humana.   


Meticuloso en la reconstrucción de época, Welles mando a construir unos enormes escenarios costosos y detallistas, que ambientaron todas las escenas con afortunada síntesis narrativa y un exhaustivo trabajo de los intérpretes que beneficio el resultado final del relato. Pese a todo, a Welles le cercenaron 40 minutos, pues la película quedo originalmente con un metraje apretado de 88 minutos. Como le recordó a Peter Bogdanovich, en una entrevista para su tremendo libro sobre el cineasta: "La intención era hacer un retrato de un mundo dorado, y después mostrar en que se había convertido. Después de haber escenificado esa ciudad de buenos tiempos pasados, el punto básico consistía en mostrar en como el automóvil lo destruía todo. Pero todo eso se ha perdido, Solo quedan los primeros seis rollos. Todo mi tercer acto se pierde debido a ese histérico intento de arreglar las cosas". Increíblemente, los 88 minutos sobrevivientes, son la muestra palpable del perfeccionismo creativo que tenía Welles. Una gran obra imposible de olvidar.


"La sombra de una duda"/"Shadow of a Doubt" (1943) de Alfred Hitchcock. La película que adoraba el maestro inglés es también un resumen modélico de sus mayores temas: la locura como síntoma de una sociedad enferma que aparenta "normalidad", el riesgo vital de una chica ( Teresa Wright) metida en una oscura trama macabra donde su tío ( Joseph Cotten), es realmente un psicópata; la familia como único sostén que se defiende de las tinieblas con un recelo consciente de la vulnerabilidad en la que vivimos todos, y los niños como elementos transgresores y atentos del mal que los circunda.        


En la tranquila localidad de Santa Rosa, en California, Hitchcock llevo las cámaras en exteriores para filmar una de sus obras maestras, abriendo los espacios de un tranquilo pueblo para mediatizar con trazo perfecto, las ambigüedades de un hombre sometido a sus propias impulsos y ambiciones extremas. La película, según pasan los años, mantiene inalterable su fuerza emocional y su sorprendente narrativa que nos sumerge por los recovecos de una mentalidad en ciernes. Grandes actuaciones para un genial thriller en toda su regla.     


"El Tesoro de Sierra Madre"/The Treasure of Sierra Madre (1948) de John Huston. Huston como todo grande del cine, repetía hasta la saciedad sus obsesiones temáticas y aquí en casi onda western. Amparado por el libro de B. Traven, los estupendos actores integrados por Humphrey Bogart, Tim Holt, entre los cuales figura también propio padre, Walter Huston, la búsqueda del "vellocino de oro" lleva a un grupo de hombres a los abismos de la perdición. Huston parece decirnos que no hay nada más peligroso, que un grupo de hombres obsesionados en sus esfuerzos por lograr la riqueza de manera rápida y fugaz. Fugaz es el tiempo de cumplir con ese sueño, porque el viento se llevará las ganas, las fuerzas y las ambiciones, que corren sin prisas, por el despeñadero hacia abajo.    


"Lousiana Story" (1948) de Robert J.Flaherty. Lo que partió como un documental encargado por la Standard Oil Company, se transformó en un alegato medio ambientalista (el primero en la historia en su tipo), que promovió inteligentemente el realizador canadiense con la ayuda de actores no profesionales, un buen relato casi de aventuras sorprendentes y un aderezado contrapunto final, que cuestiona la destrucción de un hábitat en medio de un pasaje agreste. 
 


A la belleza de la fotografía, Flaherty une el sentido testimonial de este joven cajun  (Joseph Boudreaux) y su mapache mascota, capaz de enrostrarnos la futilidad de la explotación del petróleo, pero, sobre todo, integrando el aliento ecologista, en una época en que el tema no era interés mundial. El conflicto y la acción del relato se desencadena con la amenaza de que merodea en el lugar, un caimán gigante. Sorprende la sagacidad y la pericia narrativa de Flaherty para convertir lo cotidiano en referente arquetípico de la propaganda constructivista de las empresas de explotación de recursos naturales. Puede resultar un buen ejemplo de cine testimonial o docu-ficcion, a la luz de los hechos actuales.   


De fisgón en protagonista absoluto.


La astucia de Flaherty está en como transforma un filme que iba servir de propaganda para una megaempresa, en un ejemplo de insurrección ambientalista contra lo establecido por normas economicistas prestablecidas.  Absolutamente recomendable para ver con los alumnos y alumnas. 


"Rio Rojo"/Red River (1948) de Howard Hawks. Un gran western de itinerario, quizás, es la obra cumbre que habla del traslado de ganado, porque están todos sus clichés y sus características básicas. Por lo demás, un extraordinario ejemplo de la psicología de Hawks para dibujar grandes personajes:  el viejo irascible y vengativo que no acepta cambiar un ápice su mirada respecto al nuevo mundo que se le viene encima; el "hijo adoptivo" que se rebela frente a la obstinación de un padre que no entiende y solo cree en sus firmes valores y principios; el crecimiento interior de todos lo que viajan de un extremo a otro, que entran en un juego de emociones, sentimientos y nostalgias, y en fin, la eterna camaradería masculina con sus dimes y diretes, donde la mujer no es tonta sino perspicaz, asertiva y escrutadora.     


John Wayne, Montgomery Cliff, Joanne Dru, Coleen Gray y Walter Brennan encabezan un reparto ejemplar que supone la caracterología de un universo muy personal, que Hawks repitió en sus thrillers, sus filmes de aventuras y sus dramas urbanos con la fuerza suficiente, que le llevo a ser considerado uno de los mayores directores del cine de siempre. Brillante guion de Borden Chase y Charles Schnee. Una joya del cine del Oeste.  


"El tercer hombre"/"The third man" (1949) de Carol Reed. Con guion del gran escritor Graham Greene, y un soporte interpretativo notable integrado por Joseph Cotten, Orson Welles, Alida Valli, Trevor Howard, el realizador ingles Carol Reed, efectúa una de sus mayores obras, sin duda, con un personaje inolvidable: Harry Lime, y unos ambientes sombríos y apesadumbrados en la Viena de la posguerra, gracias a la foto expresionista en blanco y negro de Robert Krasker y la inolvidable banda sonora musical con la citara de Anton Karas.    


La investigación de un escritor de novelas negras tras los pasos de quien asesino a su amigo Harry Lime, contiene todas las suspicacias, dobles vueltas de tuerca y ambigüedades de un buen filme de misterio, pero también la mirada melancólica de una época oscura y destructiva. Nadie parece ser lo que es, y unos y otros, son sospechosos de la misma brutalidad con que se dilapidan vidas humanas. Hay una profunda reflexión detrás de este panegírico, que todavía hoy resuena con particular insistencia en el aparente "mundo organizado". Como que su tema está más actual que nunca.  Obra de las altísimas cumbres del Everest cinéfilo.    


"La heredera"/"The Heiress" (1949) de William Wyler. Esta entre las mejores películas dramáticas de su realizador y una de las más significativas del género. Olivia De Havilland como mujer ingenua y preciosa que se enamora de un apuesto joven, cuyo padre obcecadamente le maltrata psicológicamente, asume el peso de la historia basada en una novela corta del refutado escritor inglés Henry James. Montgomery Cliff en su mejor época y Ralph Richardson que siempre fue un exuberante actor shakespeariano, se contonean en esta notable reflexión sobre el sometimiento de una mujer en una época restrictiva.      


La joven pareja idealizada, blanca y amorosa, rodeada de oscuridad, en una vistosa y lograda metáfora donde el amor y la traición tienen el mismo peso, y que ahonda en las ambiciones familiares y los egoísmos particulares. Con una estética similar a "La Loba" su anterior cinta, Wyler vuelve a enrostrarnos los vericuetos de una relación condenada por el pesó de la ambición. A veces claustrofóbica, la historia modélica, es acerca del encierro de una chica condenada a vivir de su propio martirio, observando como la vida pasa frente a sus ojos, sin poder actuar más allá de lo permitido. Magnificas actuaciones para una cinta que se queda en tu cabeza y tu corazón por varios días. 


"El demonio de las armas"/"Gun Crazy" (1949) de Joseph H. Lewis : Extraordinaria historia de amour fou, en la cual se inspiraría, Bonnie & Clyde. Cine B hecho con olfato, inteligencia, tacto y sobre todo, sentido del ritmo, agudeza crítica y desproporción en los contornos de una relación amorosa, donde los fálico aparece muy bien sugerido en el uso de las pistolas y el juego erótico en la insinuación de "cachorra en celo" que le dejo Lewis a su actriz Peggy Cummins. Hay algo de surrealista en la manera de enfocar que tiene la cámara, aquellas escenas iniciales que recuerdan la infancia de su protagonista masculino interpretado por John Dall, eterno aficionado a las armas. En su momento, muy innovadora y disfrutable. Hoy, muy singular y disfrutable.  


Fotos-Gentileza: 20 th Century Fox- Universal Pictures- Columbia Pictures- Universal Pictures. Archivo. 


Afiche original de la obra cumbre y cercenada de Orson Welles. 


Caratula de una edición en Blu Ray. 



ENTREVISTA / LUIS HORTA POR LA PUBLICACION DEL LIBRO "HECTOR RIOS, HISTORIA Y ESTETICA":

"Esperamos que, a partir de este libro, las nuevas generaciones conozcan mejor su notable trabajo como director de fotografía".

Luis Horta, Académico del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, estuvo escasas horas en la capital regional, aceptando una invitación del Cine Club de la Municipalidad de Talca y Corporación Capa 8, para presentar el nuevo libro que homenajea y visibiliza a uno de los grandes fotógrafos de cine de nuestro país.

En dependencias de la Biblioteca de la Ilustre Municipalidad de Talca se presentó el libro “Héctor Ríos, Historia y estética” escrito por José Román, Luis Horta y José Miguel Ortega, un notable aporte para visibilizar la carrera del recordado fotógrafo de cine chileno, que trabajó en “El chacal de Nahueltoro” de Miguel Littin, “La Colonia Penal” de Raúl Ruiz y “La Frontera” de Ricardo Larraín.

Entrevistamos a Luis Horta, uno de los autores de esta nueva obra para conocer los detalles de esta minuciosa investigación filmográfica. El invitado es académico del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Magister en Teoría e Historia del Arte, Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Licenciado en Realización Cinematográfica, Universidad de Arte y Ciencias Sociales ( Arcis ). Además, tiene estudios de especialización en gestión de Archivos y Restauración Audiovisual en la Universidad Autónoma de México.




¿Cómo efectuaron el desarrollo y la investigación que incluye el libro considerando la vasta trayectoria de Héctor Ríos?

Esta investigación se hizo gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la Universidad de O'Higgins y la Cineteca de la Universidad de Chile, y tal como dices tu, nos llamaba mucho la atención que en el último tiempo se habían hecho libros sobre investigaciones de distintos cineastas como Patricio Guzmán, Pedro Chaskel, Valeria Sarmiento, pero no existía nada sobre Héctor Ríos , y siempre que s¿e escribía sobre historia del cine nacional, su nombre aparecía adjetivado “un gran maestro” pero nadie ahondaba en su obra.  Junto con José Miguel Ortega y José Román, trabajamos en rastrear las películas, y nos dimos cuenta de que, se conservaba muy poco de su obra, un porcentaje que no fue más allá del 20%. Entonces, empezamos a idear esta investigación que nos demoró varios años, donde trabajamos con la filmografía chilena y la que hizo en el exilio en Venezuela, que ni siquiera los mismos venezolanos tenían sistematizada. A partir de este proyecto, la sistematizamos y luego empezamos a estudiarla y nos dimos cuenta de que Héctor Ríos poseía un estilo, una forma fílmica y una metodología que no eran las convencionales y tradicionales para hacer cine en Chile y en Latinoamérica”.





¿Estos elementos lo catapultaron como un maestro de la fotografía en cine? 

“Así es, y creo que esos elementos van de la mano con una calidad humana de don Héctor que fue tremenda. Cada persona que entrevistamos ya sea chilenos, bolivianos, peruanos y venezolanos, coinciden en señalar que, ese modo de trabajar también estaba muy vinculado con esa calidad humana y pulcritud que él tenía en el trabajo y la profesionalización del campo de la fotografía, que hace que él sea un autor”.

 ¿Con este libro ahora se va a poder profundizar un poco más en el legado que ha dejado desde su excepcional trabajo?

“Claro, claro. Esperamos que a partir de este libro las nuevas generaciones conozcan el trabajo de Héctor Ríos, y las películas van a quedar a disposición pública en un sitio web de la Cineteca de la Universidad de Chile, que, en estos momentos, es el gran acopio de la obra de don Héctor. Entonces, hemos restaurado además dos películas, que son: “Aborto” (1965) de Pedro Chaskel y “El hombre que imaginaba” (1998) dirigida por Gregory Cohen. No es tampoco muy habitual que, dentro de un proyecto de investigación se derive en la restauración de películas. Entonces para nosotros esa investigación aplicada es importante para que las nuevas generaciones conozcan la obra de don Héctor y la vinculen con quienes fueron sus alumnos, y han proyectado ciertos estilos referenciados en su trabajo, como los fotógrafos: Rafael Millán, Inti Briones, Arnaldo Rodríguez, que están considerados los maestros contemporáneos de la dirección de fotografía en cine. Nos parece que eso nos va a permitir efectuar esas vinculaciones.



¿Es un libro voluminoso que se detiene en toda la obra de Ríos? 

“No es un libro breve, sino que, es un libro donde nos pudimos detener en extenso en toda su filmografía. Eso va a permitir que las nuevas generaciones profundicen también en su obra”. 

¿Qué aspectos desconocidos descubrieron de don Héctor en este libro?  

“Me llamo mucho la atención su versatilidad, es un rasgo importante que marca una diferencia respecto como se hacía fotografía en Chile en los años cincuenta y sesenta cuando empieza, porque el tiene influencias del teatro, de la pintura, y del mismo cine, un cine híbrido entre lo más clásico de Gabriel Figueroa, pero también Néstor Almendros, que fue su gran amigo ya que estudiaron juntos. Él no tenía prejuicio en el sentido de decir, esto es bueno, esto es malo. Absorbía mucho y eso lo llevó, por ejemplo, a hacer videoclips con “Los Prisioneros” y Cristian Galaz. Eso da cuenta de los distintos formatos que el trabajo tanto técnico, como género cinematográfico y audiovisual, sin tener escrúpulos en la experimentación y en ser audaz y muy busquilla. De no conformarse con lo que ya sabe, sino ser inquieto en términos intelectuales y creativos”.      


En su juventud con una de sus cámaras favoritas.


Rodando en exteriores en "La Frontera". 


En una actividad pública con estudiantes de cine y televisión., 


¿Qué experiencia fue trabajar con dos personas que trabajan bibliográficamente y que son muy eruditos como intelectuales, docentes y críticos de cine? 

“Puro agradecimiento de haber tenido la posibilidad de trabajar con el maestro “Pepe” Román. Además de ser un erudito del cine, fue muy amigo de don Héctor Ríos. El hizo un completo estudio del libro que saco don Héctor que es sobre el trabajo de fotografía que editó en Venezuela. Es un libro codiciadísimo por los fotógrafos, porque nunca antes se había sistematizado de esa forma, el trabajo fotográfico para trasladarlo a la pedagogía y a la enseñanza. Pepe Román trabajó sobre eso y sobre “La Frontera” e hizo un análisis riquísimo en términos pictóricos. El trabajo con Pepe es de una retroalimentación formativa infinita. Yo voy a estar siempre agradecido de este proyecto, particularmente porque nos permitió conocer a muchos cineastas que de otra forma hubiera sido mucho más difícil acceder a ellos, como: Mario Hadler, Jorge Sanjinés y Miguel Littin, que aparecen entrevistados en el libro, y haber trabajado con Pepe, que como persona es un diez”.   

¿Dónde se puede adquirir el libro por Internet?   

“El libro “Héctor Ríos: Historia y estética” se produjo por la Editorial Cuarto Propio, entonces está a disposición en las mejores librerías del país. Probablemente va a estar a disposición en las próximas ferias del libro, pues ya estuvo en la que se hizo en Santiago, y también por sitios web de la Editorial Cuarto Propio”, concluyó.  

Entrevista publicada en "Diario Maule Hoy" en noviembre del 2023.


El fotógrafo chileno y su cámara, como testimonio fotográfico para la posteridad.