Quien ama la vida, ama el Cine.

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El cine es como la vida,pero vista a traves de la subjetividad de un lente.

domingo, 16 de febrero de 2025

CUATRO RAREZAS DEL CINE DE TODOS LOS TIEMPOS.

 Entre el estímulo y la originalidad.

Un clásico del cine B de terror es "El abominable Dr.Phibes"( The Abominable Dr. Phibes,1971) con Vincent Price, no solo por su inteligente guion, su certera mirada al mundo de los maginados con sed de venganza, sino por la estimulante manera de traducir la estética de los años locos en una película que se disfruta de principio a fin. Como ella, comentamos otros tres títulos destacables que son rarezas en el panorama del cine tradicional.

La venganza por amor a una mujer. 

"El abominable Dr. Phibes" (1971) de Robert Fuest. Gloriosa producción de la muy B, "American International" rodada en Inglaterra, llena de extraordinarios intérpretes, y un inteligentísimo guion del propio realizador, que le saca partido a las situaciones gran guiñolescas con un humor irónico propio de la comedia y una meticulosa puesta en escena, excelentemente fotografiada por Norman Warwick y que está ambientada en Londres del año 1925.  


El personaje terrorífico notablemente encarnado por Vincent Price, a estas alturas tótem del horror, es un doctor experto en teología de las culturas antiguas y de la música, que pierde a su preciosa joven esposa en la sala del quirófano, y que, susceptiblemente, decide vengar su muerte, asesinando uno a uno a los médicos y a la enfermera que intervinieron en la operación. En la foto, cometiendo nueva fechoría amenazando al Dr. Longstreet (Terry Thomas), al que le estruja su cuerpo hasta dejarlo sin sangre.


La película se inicia con la implicación en los preparativos de cada uno de los asesinatos, todos relativos a una serie de diez amuletos, cuyo pedido lo hizo una misteriosa mujer (la de la foto), que es una servidora muda y silenciosa que, además, baila determinados rituales en medio de los homicidios, directamente concebidos de las plagas que sufrieron los egipcios por haber esclavizado a los hebreos. Todo en plan de una meticulosa venganza, por parte del doctor a los médicos que no pudieron salvar la vida de su bellísima esposa.     


Frente a frente, aparecen el Dr. Phibes y el Dr. Vesalius, interpretado por el legendario Joseph Cotten, - fetiche de las primeras películas de Orson Welles-, y que es el doctor que tuvo la supervisión de la funesta operación, y al cual ha preparado una extrema prueba de cirugía que involucra a su propio hijo. El director Robert Fuest somete al espectador a distintas pruebas demenciales y escalofriantes que superan la lógica, pero que descubren la astucia e inteligencia del malvado personaje.    


Desde el punto de vista cinematográfico, estamos frente a una pequeña obra maestra del cine de terror, que atrae por lo meticuloso de su planteamiento, el atractivo de sus personajes y la sabia manipulación de los tiempos narrativos, en razón de un relato que bebe de "El Fantasma de la Opera" y que fustiga al propio genero madre, al integrarle un sesgo de ironía y de un humor sardónico rayano en la locura y la insanidad de su personaje central. Muy recomendable para redescubrir el talento del legendario Vincent Price, aquí acompañado de celebres actores e intérpretes de larga trayectoria y en uno de sus roles más clásicos. Tuvo una continuación nunca tan brillante.


Cazador, cazado, caído en desgracia.

"El hombre de mimbre"/"The Wicker man", 1973) de Robin Hardy. Esta película es un istmo dentro de las producciones británicas de su tiempo, un lunar en medio de los monstruos más legendarios y de las historias góticas más clásicas. Sorprendente en un desarrollo central, pero que juega con el propio espectador utilizando la inocencia pueblerina de su personaje central, un oficial de policía que llega a una isla remota en Escocia, siguiendo la huella de una niña desaparecida en extrañas circunstancias. Calificada como "el Citizen Kane de las películas de horror" por la revista Cinefantastique, o "el cruce entre King Kong y Gilbert y Sullivan", cuenta la historia perturbadora del disciplinado policía ingles encarnado por Edward Woodward, que es paulatinamente sometido a un juego donde será vulnerado por todo un pueblo en función de sus malvados propósitos.  


El filme que cuenta con el guion de Anthony Shaffer, subraya la dualidad de una secta que, siguiendo patrones ancestrales establecidos por los antepasados de una rica familia nobiliaria, - encabezada por el genial Christopher Lee como Lord Summerisle-, se verá direccionada a celebrar una fiesta pagana en honor a los dioses de la abundancia y la fertilidad. En este perturbador, sugerente y pesimista relato acerca del destino de la humanidad, se destaca la sutil manera de rastrear los impulsos sexuales en una sociedad condicionada a específicos ritos, la mayoría en la dirección opuesta a los que estipulan las religiones tradicionales.      


El filme grafica con insólitas imágenes de bailes paganos, - como el que efectúa Britt Ekland como la sensual hija del terrateniente, que incomoda al visitante desde una pieza contigua en plena noche sobre las paredes-, la debilidad del hombre frente a los placeres de la carne, pero también la vulnerabilidad de un extranjero en tierras paganas. Se trata, por cierto, de un contundente relato que entremezcla, escenas ambiguas realmente inquietantes, folclorismo musical y un certero análisis a la pureza y la castidad, en un mundo eternamente sometido a los impulsos y ansiedades humanas. 


El clímax del enfrentamiento se llevará a cabo cuando aparece en imágenes el hombre de mimbre, una gigantesca figura destinada a los sacrificios humanos. Hardy con una pericia maestra, inserta tomas en panorámica y nerviosos acercamientos, a esta monstruosa jaula de sometimientos mortales, para insistir como su protagonista ha sido presa de su propia ingenuidad.    


En medio del ritual, aparece la niña que estaba desaparecida y que responde a los parámetros de una trampa colectiva muy bien urdida por la comunidad. "El hombre de mimbre" es una película asombrosa, espeluznante en sus climaxs y resoluciones dramáticas, absolutamente maestra en sus logros emocionales, porque nos intriga desde el primer minuto y nunca pierde el hilo de esta soporífera inquietud. 


Un cuento macabro de "cristianismo, paganismo, martirio y jubilo popular que se confunden con los graznidos de las aves, que quemándose lentamente acompañan también la ceremonia". Una película inusual, novedosa, distinta, valiente y muy consecuente a los fines didácticos de mostrar los límites de una secta. Lamentablemente, el actor, escritor y director inglés Robin Hardy (1929-2016), hizo muy pocas películas más, incluyendo "The Fantasist" y "Forbidden Sun", pero dejo este istmo fantástico-terrorífico en la historia del cine, que es ejemplar y maestro.    


El hijo pródigo.

"Diabólica malicia"/ "What the Pepper Saw"/"Night Air Child" (1972) de James Kelley y Andrea Bianchi. Marcus de doce años (el prodigio Mark Lester), es el hijo único de un joven viudo Paul (Hardy Kruger), que somete a todo tipo de inquietudes a su nueva madre, Elise (Britt Ekland, de "El hombre de mimbre"), después de la accidental muerte de su mujer. El niño que es un manipulador en extremo incentiva las sospechas de la chica, y en un juego que no olvida lo erótico y ambiguo, aumentara las sospechas de que el muchacho ha asesinado a su propia madre.  


El filme es un thriller que no alcanza a cuajar. Por un lado, el personaje de Elise subraya profundas inquietudes que se vuelven en un marasmo de situaciones al sentirse atraída en demasía por el muchacho, lo que la obliga a consultar a una siquiatra (Lili Palmer). Este guiño a la pedofilia tampoco alcanza a cuajar, porque nunca se sustenta sobre la base de elementos probatorios más contundentes.   


Por otro lado, la personalidad de Marcus es absolutamente errática y ambivalente. Todo su mundo entre el enclaustramiento y a la perversidad maliciosa, nunca deja de convencer, por la intriga que ataca superficialmente el contenido. Mark Lester acepto este rol porque quería hacer cosas distintas y más complejas. El problema es que los directores, no lograron orientar la mirada al desentrañar la psicología del niño, que tampoco revela tristeza o destrucción por la muerte de su madre. Muy por el contrario, asume con humor, el accidental momento en que ella pierde la vida.   


En este sentido, Paul ventea su paternalismo, sometiendo a su nueva esposa a los caprichos de su único hijo, y de paso, favoreciendo todo desliz, en función de darle siempre la razón a su vástago. En este superficial ejercicio de thriller psicopático y ambiguo, nunca deja de sorprender, la confusión dramática en los perfiles de los personajes, porque todos son arrastrados a un caos demencial, donde saldrán perdiendo hasta la camiseta, incluyendo el espectador. Además, el desenlace con el accidente fortuito no puede ser más artificial a los propósitos de una trama mal concebida desde su origen.   


Queda para el anecdotario, que esta fue la película más riesgosa que el actor británico Mark Lester, efectuó en la plenitud de su fama, conseguida por títulos como: "Oliver", "El niño y el potro blanco" o "Melody", y que no supero la medianía. Un filme que terminó "cazándose en su propia aparente complejidad, algo ambigua y reiterativa", y que solo sorprende a la altura que da el tiempo, por lo audaz de ciertas situaciones de contexto sexual. Mas allá de toda duda, un fallido thriller de sugerencias erráticas.    


El juego macabro de pobres inocentes.

¿Quién puede matar a un niño? (1976) de Narciso Ibañez Serrador. De todo el cine cult español que circula en las plataformas internacionales, esta debe ser una de las películas más asombrosas, logradas y simbólicas de la filmografía de rarezas terroríficas. Dos turistas británicos (Lewis Fiander y Prunella Ransome) llegan a España, tras los pasos de una isla remota, donde los niños y niñas actúan de manera realmente insólita, con extremada violencia y movidos por fuerzas malignas. Ella está embarazada y pronto dará a luz. Él es un fanático de la fotografía y padre de dos hijos que han dejado en el continente. El relato parte con una serie de imágenes documentales históricas, donde los niños son vulnerados en sus derechos en guerras y tormentos adultos. La premisa es muy original, de ahí, el título de la película.    


En estas recomendaciones cinéfilas, siempre se cuentan detalles sorprendentes que es mejor guardar, para, en este caso, no adelantar juicios y miradas si no ha visto nunca esta gran obra. Lo único que podremos decir, es que la película le saca provecho máximo a la tensión, la sorpresa y lo inaudito. Es una obra catalogada como "cult" por los aficionados al género, otro istmo en medio de las películas de terror más clásicas, y sorprendentemente, muy bien narrada, contada visualmente, con un sentido casi apocalíptico.     


Los niños que comúnmente aparecen como seres de luz blanca, de gran inocencia y bondad, incursionan alejados de las comunidades más pobladas, en unos juegos macabros de inexplicable naturaleza. Esta perversidad simbólica es como la acumulación que entregan de manera explícita, en momentos históricos donde son doblegados y muertos en masivas guerras.  


Esta gran metáfora a la maldad adulta humana está acompañada de escenas gore y algunas situaciones emocionales, donde al parecer, incurre el dominio de la mente- colmena, que arrastra a los muchachos a efectuar toda clase de artilugios y actos de crueldad y vandalismo superior. La escena en la Iglesia es digna de ripley, por su simbólica resolución dramática.  


Detrás de este cuento macabro relativo a los niños del mundo, hay una potente llamada de atención hacia el mundo adulto respecto a los conflictos armados que vulneran la inocencia y el desarrollo infantil en todas sus virtudes. Muy a propósito del paisaje mundial que corre en las noticias diarias de la actualidad, es un momento propicio para redescubrir esta joyita del cine español, no contaminada con la artificialidad del cine de fórmula comercial y conformista.    


¿Quién puede matar a un niño? es una película muy interesante para repasar en casa, con la astucia de estar viendo un discurso potencialmente valedero en estos años tan convulsos y de compleja incertidumbre futura. Hay que asumir que fue rodada a mediados de los años setenta, cuando el paisaje internacional era tan incierto como el que vivimos hoy día. Recomendable película cult. 


Fotos-Gentileza: 20 th Century Fox- MGM Pictures- Warner Brothers Pictures- AVCO Embassy Pictures- Amicus Productions- British Lion Films Corporation- Penta Films- 


Poster en italiano de "El Abominable Dr.Phibes".


Afiche con el cut final en los 50 años de "El hombre de mimbre".


Poster de ¿Quién puede matar a un niño?




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