Entre las sombras y la luz.
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Daniel Day Lewis en "Petróleo Sangriento"/"There Will Be Blood" (2007), es la película maestra de la carrera de este singular director, productor y guionista estadounidense, que enlaza directamente con el cine de Scorsese, Altman y Hellman. Un cine hecho de temas transgresores, adulto, maduro, insurgente, revelador, que nos obliga a mirar más allá de los relatos tradicionales para profundizar en las incongruencias de nuestra propia naturaleza humana. |
Ocho miradas al alma humana.
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"Boogie Nights"(1997). Son escasos los directores estadounidenses actuales que tienen una real consecuencia con sus temas e intereses más personales en una carrera interesante y original. Paul Thomas Anderson es uno de estos cineastas en toda su completitud que logran cohesionar intereses artísticos, temáticos y autorales para soliviantar un discurso de complejas resonancias existenciales, donde los aspectos más relevantes parecen estar en las propias raíces del comportamiento humano en su relación con los demás. Este valioso debut en el largo de Anderson nos obliga a aceptar que, detrás de todo novedoso ícono novelesco, que puede provenir hasta de unas películas B pornográficas, existe un verdadero ser humano, complejo, disperso, vulnerable, inquisidor, marginal, atávico y decadente. |
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Recrear la producción de cine porno en la década de los años setenta y ochenta del siglo pasado, y hacerlo radiografiar desde el perfil de los personajes que pueblan esos ambientes glamorosos y decadentes a partes iguales, le permiten al cineasta, jugar con los planos-secuencias, las elipsis narrativas y el montaje paralelo, para explorar con minuciosa atención en los vericuetos de la industria y en los vaivenes de la existencia de las personas que viven y cohabitan de esta factoría minimalista. Eddie Adams (Mark Wahlberg), decidido a triunfar por la vida por sí mismo, y por sus dotes físicas, abandona el hogar a los17 años para transformarse en una brillante estrella de cine porno. Con un pene que supera los 30 centímetros, su gran opción la halla en esta industria marginal, donde logra acicalarse para tener la casa y el automóvil de sus sueños secundado por el director Jack Horner (Burt Reynolds, en el papel de su vida). |
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Paul Thomas Anderson convierte la travesía de este joven actor sexual, en una odisea laberíntica llena de altibajos donde transita para mostrarnos los entretelones de la vida de este mundo cubierto de la gloria de los excesos, en las fiestas que se organizan en casa del director. Su reflexión no es crítica sino vivencial, y asume, la frialdad, por ejemplo, con que se filman las escenas más escabrosas desde una distancia que contiene la sugerencia y la ironía. Este rasgo está presente en varias secuencias que podrían ser escandalosas, pues lo que le interesa al final, es el existencialismo de un puñado de personajes entrañables, siempre al margen de lo cotidiano y tradicional. Desfilan por ahí, un viejo productor eclipsado por sus gustos pedófilos y homo eróticos (Robert Ridgely, que falleció antes del estreno), un actor de color menguado por casarse con una rubia esplendorosa (Don Cheadle), un colorín regordete y cachetón enamorado del protagonista (Philip Seymour Hoffman), una libidinosa chica en patines (Heather Graham), y una activa prostituta caracterizada por su artística manera de provocar la felación de sus parejas (Julianne Moore). Esta fauna de personalidades atípicas, se mueven con el prisma escrutador de Anderson, que estudia sus comportamientos y relaciones interpersonales, desde el objetivo de una cámara siempre nerviosa y en constante movimiento dentro de escenarios más cercanos al Hollywood-Babilonia. |
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Heather Graham es la chica en patines. Anderson desarrolla los caracteres con una sutileza rayana en la maestría. Adquiriendo ciertos tics al cine de Martin Scorsese, superpone situaciones específicas donde la capacidad de asombroso se amortigua con una naturalidad apabullante. Un ejemplo. La insistencia de mostrar al pequeño Bill (William H. Macy), engañado y derrotado, al presenciar como su pervertida esposa se coje a cuanto hombre se le cruza en el camino, termina en una sangrienta tragedia. Sojuzgar el actuar de algunos de los personajes más emblemáticos de esta ópera prima, partiendo por su joven protagonista, donde no caben, la moral, la inteligencia, la sabiduría y las costumbres tradicionales, es entender poco el mensaje que Anderson espera dejar en el espectador más avezado. Porque su cine no está erigido desde un discurso moral, más bien, su cine se construye desde el soplo del humanismo más directo, donde solo cabe la piedad y la indulgencia. |
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Mostrar la cara oculta del negocio del cine porno, le permite a Anderson elevar el interés del público en las disonancias de caracteres vulnerables, siempre al borde del abismo, arriesgando reputaciones malsanas y estatus de privilegios de discutible procedencia. Su cine se construye desde las cunetas, porque hay en ese ánimo vitalista que muestra esta película, un reflejo inexorable de la condición humana, de las frustraciones y debilidades de un puñado de perdedores, que se dedicaron a este negocio porque simplemente no tuvieron otro destino mejor. Y en última instancia, porque Anderson logra con total libertad y aplomo, erigir un buen relato de vidas complejas y permutables. C"est la vie. |
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"Magnolia" (1999). Detrás de esta solida radiografía a personajes resquebrajados por el amor, Anderson cultiva como pocos, la esperanza en el devenir de los tiempos. Se trata de un complejo drama de segundas oportunidades, donde distintos personajes por separado, asumen los sinsabores amargos del pasado para repercutir en el presente, en búsqueda de una solución que nunca llega en buena medida, ya sea como el hijo famoso de un viejo enfermo terminal, la esposa fingida que nunca cedió a los encantos de un millonario y medro calentando camas ajenas, el frustrado empleado servil que planea el robo de su vida, el niño prodigio de un programa de televisión, perfecto sabelotodo, que esta esclavizado a un padre que lo ve como una simple mercancía y la hija drogadicta de un padre famoso, que huye del fantasma de haber sido violada en su propia familia. |
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Julianne Moore es la esposa frustrada de un enfermo terminal. Anderson logra una obra maestra, perfecta, equilibrada en la composición del dolor que provoca el desamor. Todos sus personajes son vulnerables a las frustraciones que les ha dejado la falta del amor, o, mejor dicho, la percepción de la orfandad asumida por hechos pasados que no han tenido cura o perdón. Todos medran en un mundo que les parece imperfecto, donde la ausencia del amor esta siempre golpéandolos. El macho men que fulmina su éxito en el escenario, con pruebas demostrativas donde la figura de la mujer es doblegada y minimizada al extremo de la parodia cruel y desequilibrada (Tom Cruise). La joven esposa al borde del suicidio, con un peso mental vinculado a sus innumerables infidelidades (Julianne Moore). El niño de talento intelectual de marca mayor, cansado de ser un freak para la televisión, y un desconocido absoluto para su propio padre (Jeremy Blackman). La hija drogadicta de vida disipada que no olvida su pasado de niña violentada sexualmente y que intenta revertir su destino enamorándose de un policía ( Melora Walters). |
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El talento infantil sobreexplotado por un padre a través de un programa de televisión, permiten a Anderson subrayar el discurso de la ausencia del amor en las relaciones filiales. En la renuncia del chico a seguir contestando respuestas ideales, está la defensa de un joven vulnerabilizado por sus propias dotes intelectuales. Hay en esta renuncia, un grito desesperado del muchacho por ser atendido como hijo y como un ser humano capaz de sentir la necesidad de ir al baño cuando se le antoja y de defender sus necesidades frente a los demás, aunque eso signifique perder el concurso. |
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Phil Parma (Philip Seymour Hoffman) asume el cuidado de un enfermo terminal con una minuciosa operabilidad y una sustanciosa sensibilidad, para encontrar al hijo perdido del viejo convaleciente. En su rasgo de personaje central, Anderson deposita la humanidad que parece en el mundo donde se desarrolla esta historia, una característica apenas sugerida. En abiertos close ups, Anderson escudriña con acierto en las debilidades y equívocos de personajes golpeados por la ausencia del amor, ya sea paternal, amoroso, sexual, intimo, familiar. |
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En la cita accidental entre el policía (John C.Reilly) y la chica drogadicta (Melora Walters), Anderson pareciera erigir un soplo de esperanza, que alcanza lo sublime cuando ambos personajes se reconocen en sus propias debilidades. Hay en toda esta escalada de situaciones, un desmenuzamiento al sentido clásico que tienen los encuentros amorosos idealizados por el propio cine, para sugerir que dos personas vulnerables se pueden reconocer en sus propias limitancias y fortalecer el vínculo que los llevará a la satisfacción romántica plena. |
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En el encuentro entre el hijo perdido y el padre agonizante, están reflejadas muchas de las constantes temáticas de su autor. El odio y el resentimiento por el pasado castrador que no deja de influir en el presente; la antojadiza manera de ejemplificar que los lazos afectivos paternales son más fuertes que cualquier golpe al mentón, y que, en la capacidad de perdonar, también está el crecimiento interior del personaje que suelta amarras para comenzar de nuevo. O al menos, mejorar un futuro incierto. |
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En la figura y el rostro de Claudia Wilson Gator (Melora Walters), está la clave para entender que el cine de Anderson se construye desde el dolor y el sentido de perdida, en este caso, del amor de un padre, en la frustración de una violación pederasta que destruyo la inocencia infantil de una familia, en la consecuencia rastrera de optar por un camino pedregoso, lleno de tribulaciones, ansiedades y ausencias. Dopada para escapar de una verdad legitima que Anderson transforma en martirio, desde el cual se puede salir con la esperanza del nuevo amor. |
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En la bíblica lluvia de ranas sobre el suelo abierto, Anderson resuelve los climaxs y subraya la condición del hombre en un mundo lleno de complejidades. "Magnolia" es una obra maestra, no por su modélica forma de intercalar personajes, situaciones dramáticas y reflexiones autorales, sino que, por permitirnos acercar al lado más sombrío del mundo, que nos manifiesta la inconformidad de un humanismo en la eterna diatriba del ser y estar. Imperdible. |
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"Vicio propio"/"Inherent Vice" (2014). Adaptación de la novela del escritor de culto Thomas Pynchon, con un Joaquín Phoenix impresionante, como un investigador algo drogo e hippie, siguiéndole los pasos a una exnovia en la ciudad de Los Ángeles a principios de los setenta. Es cine negro de rasgos existenciales que logra trascender gracias a la turbadora mirada de Anderson, aquí capaz de diseccionar a sus personajes, para erigir un relato algo confuso y expansivo. |
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Esta vez, las subtramas quedan algunas inconclusas y la onda expansiva no alcanza a suturar todos los supuestos enredos que alcanzan a manifestarse porque, además, hay un tufillo algo insurrecto de comedia negra no muy convincente. El relato se vuelve más alegórico y parece adquirir las características más tópicas de una parodia. |
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Comulgan a su favor, la recreación de época, los manierismos de un tiempo recorrido, y la puesta en escena brutal de una década convulsa. La fusión de Pynchon y Anderson sencillamente no resulta del todo equiparable, aunque se destaca lo interesante del relato y sus supuestas sorpresas desperdigadas como balines en campo minado. Esta mezcla explosiva parece más una extravaganza que se disfruta de principio a fin, pese a que el tema de la corrupción vuelve a ser nudo dramático presentada como "una compleja sumatoria de redes en diferentes niveles, con agentes que parcialmente conocen el quehacer del otro, a un punto tal que el espectador se siente perdido". Es como un capitán de barco que sabe que la nave se está hundiendo en un mierdero, pero que no aplica las advertencias para salvarlo. Suma para la raya. Es Anderson desarrollando un pasatiempo para principiantes del thriller más lisérgico. |
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"Embriagado de Amor"/"Punch Drunk Love" (2002). Una historia de amor llena de simbolismos, con Adam Sandler interpretado a un tipo sobreprotegido, criado por siete hermanas, incapaz de enamorarse, hasta que conoce a una misteriosa mujer (Emily Watson). Es una película menor que Anderson ejecuta como pequeña pieza de sinfonía, conmovedora, simplista, hermosa en sus propósitos, y por lo mismo, algo superficial. Toda su fuerza emocional emana de situaciones triviales, que Anderson eleva con gran talento, como si se tratara de un cuento romántico mínimo e intrascendente. |
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Philip Seymour Hoffman desarrolla con su naturalidad habitual un papel secundario, aunque no logra potenciar la liviandad y la falta de estímulos que tiene este requete consabido argumento de sesgos románticos. Ciertamente los fans del género romántico adorarán la entrega superficial de este relato algo rebuscado, que sin dudas resultará atractivo, ameno y dulce como la miel de abejas. |
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Puede que los seguidores de Anderson se sientan defraudados, porque el filme tiene esa artesanía de las películas ochenteras de matinée, simplistas y cómplices para llenar el ocio sin pecado concebido. Hay, además, una liviandad agobiante si no soportas los clichés en las relaciones amorosas básicas. En verdad, no parece una película de Anderson, aunque tu orgullo admirativo busca incansablemente cualidades para salvaguardar la honra del cineasta. |
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Es una película fuera del contexto que nos tiene acostumbrados el director, aunque tiene diálogos cómicos estupendos, y una historia poco convencional, rebuscada en sus tópicos clásicos pero desarrollada con optimismo y cierto olfato comercial. No para todos los gustos, un filme menor en todo caso en la carrera del extraordinario cineasta. Si te tinca, descúbrela y disfruta de los encantos del amor. |
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"Petróleo sangriento"/"There Will Be Blood" (2007). Emulando a John Ford en lo estético y a Orson Welles en lo intelectual, Anderson reconstruye la novela "Oil" de Upton Sinclair de los años veinte del siglo pasado, para recrear el sentido trágico que tiene la vida, cuando se construye sobre la base de la traición, la conspiración, la mentira y el egoísmo. |
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En efecto, la aventura se recrea en la figura de Daniel Plainview (Daniel Day Lewis), un esforzado emprendedor petrolero que no cesa en la expansión de su imperio, sin mirar por donde pasa el tractor de su negocio: sus trabajadores, la Iglesia metodista y hasta su propio hijo (Dillon Frasier). En este aspecto, este relato sirve al director, para efectuar una dura reflexión sobre los valores de una sociedad que se construyó en base a la explotación del crudo, y que hoy día, campea en razón de mantener ese liderazgo a costa del resto del mundo. La hegemonía del poder es uno de los temas que gravitan en este gran drama humano, aunque también se pueden percibir los estertores de una fe alambicada en clérigos exageradamente oportunistas, y especuladores caníbales que van detrás de las huellas del oro negro. |
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La película también se puede tomar como una representación del poderío casi absolutista que tuvo Estados Unidos, donde el peso del dinero a manos llenas y el poder de la iglesia, chocan, se desangran y se descomponen, entre el diseño de nuevas ciudades y pueblos armados alrededor de la explotación del petróleo. Daniel no es más que la encarnación del self made man que lucho casi solo, criando un hijo, sumando terrenos ricos en crudo, para salvaguardar la liquidez de un negocio armado desde la especulación, la mentira y la ambición.
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La película es una colosal odisea sobre un hombre irrefrenable en el plano de sus ambiciones. Nadie lo detiene. Ni su familia, ni su hijo, ni la Iglesia, ni sus escasos amigos. Este bloqueo a la perspectiva de vivir en comunidad, en relación a los otros, en convivencia con los vecinos, solidarizando con el caído en desgracia, le permite al director trascender su discurso al plano más existencial, casi profético, donde las razones no existen y solo las ansiedades de acumular riqueza para obtener ganancias brutas, le llevan hasta un precipicio sin fondo. |
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En su travesía se topará con la Iglesia, que le exigirá limpiar de faltas su conciencia para actuar frente a los demás, con sentido cristiano y conciliador, gesto nunca tan purificador y exacto a lo que espera el joven clérigo (Paul Dano), que también caerá en el juego de la obstinación al vender un terreno de su familia, conociendo el enorme potencial petrolero de su propiedad. En estas tiras y afloja de poderes humanos, el equilibro mental se pierde y la muerte asoma cuando menos se espera. |
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Paul Thomas Anderson ha efectuado una película maestra, absolutamente modélica en sus resultados, una épica gozosa que restablece el buen hacer narrativo del cineasta y cuyas implicancias estéticas van más allá de sus fines pedagógicos respecto a la codicia y el poder. Se trata de un relato maduro, adulto, escrutador, elocuente, emotivo, donde Daniel Day Lewis acomodo su voz a un perfil logrado por sus cuatro costados y que bien le mereció el Oscar. |
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Sin duda, estamos frente a la obra más perfeccionista de las que ha hecho hasta ahora Anderson. Puesta en escena, recreación de época, actuaciones, diálogos, musica, fotografía y edición, están amalgamados de tal forma, que la película es una maravilla para contemplar el delirio de un hombre expuesto a sus ambiciones, su codicia y a su ser. Hay en toda esta travesía existencial, el sabor amargo de la soledad mal entendida como un paraíso para codiciosos, que nunca se detienen a ver la luz del sol que les alumbra, y que día a día, sale para todo el mundo. Entre las mejores películas de este siglo XXI. |
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"The Master" (2012). Establecer vínculos consanguíneos entre un joven dinamitado por la Segunda Guerra Mundial (Joaquín Phoenix) y un brillante cientólogo (Philip Seymour Hoffman), es aceptar las tribulaciones de la existencia y del propio destino. Este relato recrea esa relación entre estos dos hombres aparentemente disímiles, que pasaran a fortalecer la creación de una organización de culto. Con un detallismo espectacular que incluye la recuperación estética de la tonalidad cromática de los filmes de esos años, Anderson asume los desbordes de esta historia que habla sobre las neo religiones, con un ritmo pausado, solemne, cautivador, a ratos instigador y cuestionador, a ratos admirativo. |
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La película descansa sobre estos dos perfiles humanos absolutamente diferentes pero que coaccionan en sus fines didácticos, para sostener una reflexión sobre el engaño, la manipulación, la codicia, la egomanía, la suplantación y el oportunismo. Anderson subraya el choque que habrá entre el discípulo y el maestro. Mientras el joven soldado regresa obsesionado con el sexo, la alienación a la guerra y el alcoholismo rastrero, su maestro sucumbirá al fetichismo de su figura, sus ideas mesiánicas y su obsesiva vanidad en un mundo acomodado y sectario. |
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Como es su característica central, Anderson es aquí muy expansivo argumentalmente y sus intereses parecen no ser muy concretos, lo que no da incentivo a una definición más categórica de su historia. Sin embargo, detrás de su ampulosa manera de integrar reflexiones e interrogantes respecto a sus personajes, se esconde la mirada más indulgente de un humanista abrazador. Es una película que como dijo alguien por ahí "establece el cerco sobre la religión y el hombre". Un hombre privado del paraíso sugerido en la Biblia, que se mueve en los bordes ambiguos del sincretismo, la muerte, el dolor, la vergüenza, la soledad y el oportunismo. |
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En la figura de Freddie Quell (notable está Joaquín Phoenix), se encarnan todos los quebrantos y malformaciones que produce la guerra. Es un hombre destruido en su interior que busca redención y un sentido más legítimo para seguir viviendo. Obsesivo compulsivo, volcado al vicio de beber, asimila su pequeñez en un complejo entramado de abruptas aptitudes que lo definen frente al espectador: la masturbación frente al mar, la fuga sobre una motocicleta con destino a ninguna parte, su gran cinismo frente a la existencia, su constante desarraigo perpetuado hasta cuando se pone a sacar fotografías, definen a un hombre caído en desgracia psicológica y físicamente, que encontrará en la secta de Lancaster Dodd ( Philip Seymour Hoffman), una razón valedera para seguir adelante. |
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Una toma simbólica que Anderson integra en esta compleja reflexión sobre el existencialismo desde la retórica de las seudo religiones. Más allá de su cuestionamiento, hay una observación atenta e irónica a la utilización de la Fe y al conocimiento científico, para instalar un discurso crítico e inconformista. |
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Junto a los intérpretes centrales, como es su costumbre, Anderson añade personajes secundarios que ayudan a fomentar con especial atención las ideas centrales de este conflicto. En esta perspectiva, la incorporación de Amy Adams y Laura Dern, amplifican el discurso y lo hacen más intenso y veraz. Determinantes son también los aspectos técnicos como: la fotografía de Mihai Malaimare Jr., especialmente en el uso de un cromatismo cercano a los filmes de los 50, la solvente edición de Leslie Jones y Peter McNulty, el minucioso diseño de producción de David Crank y Jack Fisk y el elegante vestuario de Mark Bridges. |
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"The Master" es una película compleja, intensa, muy interesante y original. Peca de expansiva, pero en sus fines autorales muestra la intención de su director, por recuperar la memoria colectiva que hay sobre las sectas, sus influencias foráneas, su permisividad, su elocuente intelectualismo algo chalatán y rebuscado, y su precaria manera de atrapar conciencias que buscan un sentido más plausible a sus existencias cómodas y serviles. Sin ser una obra perfecta, es muy aguda e inteligente. |
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"El hilo fantasma"/"Phantom Thread" (2017). ¿Habrá algo más sustancioso que la vida de un diseñador de vestuario de nobles damas y cortesanas de la corte británica? En un intimismo cercano al diálogo con Dios, Anderson recupera el pulso narrativo, la brillantez para la exposición de una historia y sus personajes de época, con el sensible cuestionamiento de un obseso compulsivo. Su mirada logra equiparar los límites del amor en una pareja maldita, con el exceso de perfeccionismo de un sastre neurótico y ególatra. El relato se arma desde la actuación maravillosa de Daniel Day Lewis, que, entre exageraciones certeras sobre modas y costumbres burguesas, deja asomar el sentido práctico de una vida volcada al profesionalismo, donde el amor parece estorbar, si no está agendado inflexiblemente a un compromiso de dependencia obsesiva por la profesión. |
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Lewis encarna como pocos, los personajes que colapsan frente a sus propios impulsos y ansiedades, y aquí, no es la excepción, pero, además, agrega un sentido plástico a su rol. La manera de pararse mientras diseña un nuevo traje, la forma de cuidar los detalles de sus modelos en los desfiles privados en su estudio de confección, la insinuación erótica con la joven aprendiz que se enamora de él, la alteración ególatra que tendrá durante su volcánico matrimonio, nos hace suponer que ha efectuado uno de sus roles más inolvidables. |
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A su lado, la exquisita actriz Vicky Krieps, está sublime. Preciosa de figura y rostro, parece un cisne que busca ser arropada. Nacida en Luxemburgo, la interprete aprovecha de mostrar toda su artillería expresiva, cuando decide combatir por su amor compulsivo de una manera oscura y rastrera. El filme aumenta en tensión dramática y parece bordear la crónica negra de un thriller de asesinato, pero Anderson nos hace un guiño cómplice, cuando emerge detrás del abuso del poder, el subterfugio del amor posesivo. |
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En "El hilo fantasma" Anderson muestra toda su maestría para manejar las situaciones de correspondencias entre sus personajes. Ahí busca con su cámara los gestos, los arrebatos apenas insinuados, las molestias fortuitas y nos da una lección de buen cine intimista. Nuevamente los secundarios aparecen brillantemente integrados en una trama perfecta, concisa, clara y sensible a los caracteres que se nos presentan en cada situación. En este sentido, la actriz inglesa Lesley Manville, brilla con colores propios como Cyril, la atenta administradora del lugar. |
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"El Hilo Fantasma" es otra de las grandes obras de Anderson. Un clásico para espíritus intranquilos, que creen en el amor como una compulsión intensa de sentimientos y respuestas a la admiración, el romance y el sentido realista de vivir en pareja. Una gran película de emociones, que siempre recomiendo para los adultos que han pasado recién por descubrir la obra de este cineasta contemporáneo. |
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"Licorice Pizza" (2021). Es un homenaje sin querer serlo, al cine de Hollywood de los años setenta, una recreación empecinada de esa época, a través de la relación de idas y venidas de una joven pareja: Alana (Alana Haim), la menor de tres hermanas judías, que escapa de los rigores religiosos de sus padres y Gary (Cooper Hoffman), hijo del desaparecido actor fetiche de Anderson, Philip Seymour Hoffman), un niño estrella californiano, que, en la época de la escasez de petróleo, lucha por sobrevivir con improvisados negocios como la venta de camas de agua. |
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Anderson retoma su buen pulso narrativo, para contarnos historias paralelas a la pareja protagonista, que recrearán un tiempo en que la industria del cine todavía era el motor donde se reflejaba Estados Unidos. Estamos en la época convulsa de Vietnam, Nixon a punto de zozobrar por el caso Watergate, se intensifican las protestas civiles por la falta de petróleo, escurren las ideas progresistas a punto de cambiar la historia y asimilar la integración de las minorías sociales. |
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Nuevamente aparece el talento de Anderson, para agrupar personajes reales en situaciones ficticias, y además, nos deleita con anécdotas nada rebuscadas, como: la virtud de Alana para manejar un camión de transporte mientras queda sin bencina sobre una colina con un camino zigzagueante; el descubrimiento accidental de ella sobre las relaciones homosexuales de un candidato político al que apoya; su relación empírica con Sean Penn como sueño frustrado de insolencia romántica; y los abruptos arrebatos coléricos del productor Jon Peters (Bradley Cooper) cuando se queda sin combustible en su lujoso automóvil deportivo. Hay eso y mucho más, en viñetas muy bien estructuras a lo largo de la narración. |
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"Licorice Pizza" es una película lograda al recrear una época que Anderson conoce al dedillo. Duplica su encanto con anécdotas muy divertidas, asombrosas y espectaculares, y nos permite atisbar la madurez de su director, en la concepción de un recuerdo que nos detalla la historia de amor de dos adolescentes en la California de los 70 del siglo pasado. Un gran filme que merece atender la filmografía de este destacado cineasta de nuestro tiempo. Por ahora, nos quedamos a la espera de su próximo filme titulado "Una batalla tras otra"/"One battle After Another" con Leonardo Di Caprio, Benicio del Toro y Sean Penn, un thriller sobre un grupo de ex revolucionarios que se reúne para rescatar a la hija de uno de ellos. Mientras tanto, no se pierda el visionado de "Licorice Pizza", una película muy recomendable. |
Fotos-Gentileza: Warner Bros. Pictures- New Line Cinema- Paramount Pictures- Miramax Pictures- IAC Films- Focus Features- Ghoulardi Film Company- Perfect World Pictures- Metro Goldwyn Mayer Pictures- Archivo.-
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Afiche original de "Boogie Nights". |
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Carátula en blu ray de "Petróleo sangriento". |
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Cartel de "Licorice Pizza". |
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