Quien ama la vida, ama el Cine.

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El cine es como la vida,pero vista a traves de la subjetividad de un lente.

viernes, 26 de septiembre de 2025

A 60 AÑOS DE "LA NOVICIA REBELDE":

 El regreso de un gran clásico familiar.

"La novicia rebelde" (1965) dirigida por Robert Wise se reestrena en las salas de cine, después de sesenta años y demuestra por qué sigue siendo uno de los grandes títulos del musical cinematográfico. Escribimos de ella para reversionar los recuerdos que nos dejó cuando éramos niños, y a ver, si de paso, contagiamos a la generación actual para que la vaya a ver a las salas de exhibición.  


Como sobrevivir en tiempos oscuros.

La novicia interpretada por la actriz, cantante y bailarina Julie Andrews, con la "troupe" de niños y niñas von Trapp. 

Hay películas que nunca pasan de moda, aunque el mundo cambia y se recompone. "Lo que el viento se llevó", "Casablanca", "La Quimera del Oro" y "Tiburón", han sido restituidas a su formato original para ser exhibidas en las salas de cine, como ellas bien se lo merecen. 

Ahora le toca el turno a "La Novicia Rebelde" (que en algunos países se tituló "Sonrisas y lágrimas"/"The Sound of Music", 1965), un espectáculo musical maravilloso, familiar, entrañable, agridulce, que está rodado con todos los medios que la técnica cinematográfica podía brindar a mediados de los años sesenta - incluyendo el uso del 70 mm- y en auténticos parajes naturales de Salzburgo en Austria, para narrar la historia verídica que tuvo una novicia, que conoció y se enamoró del Barón Georg von Trapp, interpretado por Christopher Plummer, un viudo muy respetado por su fuerte amor a la tierra, con siete hijos de su primer matrimonio y con un carácter de capitán arriba de un barco, realmente sobrecogedor y pusilánime.

El célebre director y productor norteamericano Robert Wise (1914-2005), que ya venía con un prestigio ganado por obras sublimes como: "Amor sin barreras"/""West Side Story", "Ultimátum a la Tierra", "La torre de los ambiciosos" y "Helena de Troya", aceptó gustoso el desafío de llevar esta adaptación de un musical de 1959, a las imágenes de un puerto bien protegido, asegurando del todo, la fuerte inversión de lo que significó trasladar equipos de producción, camarógrafos, técnicos, atrezzos, actores y actrices hasta los hermosos paisajes austríacos.     


Las escapadas de María que tienen al convento preocupado satisfacen el amor que la novicia siente por el paisaje y por el contacto permanente con las colinas y la naturaleza.  


La desaparecida actriz, cantante y bailarina Charmian Carr (1942-2016) con el actor y productor Daniel Truhitte, en una de las secuencias más recordadas de amor adolescente. 


La impecable búsqueda de libertad cruzando las montañas, tiene una simbólica canción de anticipación donde la Madre Superiora junto a María, perpetúan la belleza de la música compuesta por Oscar Hammerstein II e Irwin Kostal.    



La recién llegada Julie Andrews se consagró en el rol de María. 

El filme reconstruido a su formato original nos brinda la posibilidad de comprobar donde se encuentra el encanto y porque todavía perdura su atractivo desde hace seis décadas. Pensemos que no debió ser muy fácil para Robert Wise insinuar un material que contenía de una sola plumada: monjas, nazis, niños, música y paisajes tiroleses, entremedio de un relato de amor, entre una novicia que espera dedicarse al magisterio que Dios le encomendó en este mundo y un viudo capitán inflexible, autoritario, lleno de hijos y con un carácter difícil. 
Hay algo de irónico en todo el relato, que alcanza a manifestarse en breves escenas: por ejemplo, cuando se manifiestan los pequeños estertores del nazismo, en un país democrático, amante de sus tradiciones y del libre albedrío. 
En la contraparte, está Eleanor Parker, una respetable actriz dramática que hace de Baronesa, y que representa todo lo que el conservadurismo más duro y unilateral, tolera y manifiesta a ultranza. 
Fría, calculadora, de enorme garbo, elegante a decir basta, con cero lazos afectivos y ningún posible entendimiento con el universo de los niños del relato, como deja establecida la escena del juego fallido de pelota, que es a la vez, risible y lapidaria, y más divertida es su insinuación hacia Max Detweiler, encarnado por Richard Haydn, que actúa como representante artístico que gusta vivir del dinero de los millonarios como dice en uno de sus diálogos, cuando ella le insinúa que no necesita criar a los hijos del Barón, porque está pensando en internarlos a todos y librarse de ser una auténtica mamá. 
Un rasgo distintivo de Robert Wise, es que, integra siempre en cada secuencia de tensión, un sesgo de humor e ironía para hacer descansar la vulneración del material más contingente. Sabia decisión que equilibra los momentos más divertidos y emocionantes con los más dramáticos que tiene este original relato.          


Los niños von Trapp demostrando en una fiesta, porque se les idolatra como grandes intérpretes de un repertorio original y divertido. 


He aquí otra toma con los chicos protagonistas. Aparecen de izquierda a derecha: Debbie Turner, Nicholas Hammond, Charmian Carr, Duane Chase, Angela Cartwright, Heather Menzies y la pequeña Kym Karath. 


Uno de los mayores aciertos de la película, es el justo equilibrio que logra entre la risa traviesa de la comedia familiar y el drama histórico con la irrupción del nazismo justo antes de la Segunda Guerra Mundial.  


"Do, Re, Mi" es una de sus canciones más características. Debo confesar que tuve una profesora de música, que nos hizo interpretar en público en un coro estudiantil, varias de las melodías de esta película. "Do Re Mi", fue una de mis favoritas. 

A nivel técnico, "La Novicia Rebelde" certifica el prestigio que tenía Hollywood en esos años, para lograr el máximo nivel de sus talentosos profesionales. 

El magnífico operador de cámara y fotógrafo Ted McCord ( 1900-1976), considerado un maestro del formato CinemaScope, ejecuta en 70 milímetros, toda la majestuosidad del gigantismo estético, a propósito de un minucioso detallismo en el uso de los colores, de los espacios naturales de Salzburgo, de los escenarios que simulan palacios y las rotondas de un convento, del juego entre luces y sombras, para elaborar con su paleta cromática, uno de sus trabajos más completos y alabados de su carrera. 

El célebre fotógrafo de "El Tesoro de Sierra Madre", "Al este del Edén" y "Huracán de emociones", amplia la mirada del espectador a todo lo ancho del formato, para admirar la belleza de las montañas, el verdor de las colinas, la dinámica de la arquitectura barroca en los escenarios donde figuran piletas, fuentes de agua, rejas de contención, iglesias, monasterios y senderos campesinos.

Su trabajo es preciso a un nivel solo perceptible en 70 mm, donde los detalles engolosinan la vista del espectador. Se perciben, por ejemplo, encuadres de Julie Andrews atravesando un bosque tamizado de pequeños árboles, panorámicas elevadas asimiladas con grúas para mostrar la esplendorosa y nevada cordillera, tomas aéreas para subrayar la majestuosidad de esas colinas, donde María corre y se escabulle a la vista y paciencia de las monjas del convento. 

Sin duda, que el trabajo técnico también se complementa con rigurosidad por el diseño de producción de Boris Leven, el elegante vestuario de Doris Jeakins y Julia Lazar, la metódica edición de William Reynolds, que planifica ciertas secuencias de lo macro a lo micro, con una solvencia extraordinariamente funcional, y el maquillaje de Margareth Donovan y Ben Lye, que está presente para simular rostros y gestos acentuados con rímel, sombras o coloretes. 

No debemos dejar de mencionar, los magníficos efectos especiales de Paul Wurtzel y los sugerentes efectos visuales de L.B.Abbott y Emil Kosa Jr, que ayudan a entremezclar tomas hechas en estudio, con escenas naturales tomadas en exteriores. 

Es un acierto indudable de un equipo técnico superior, que nos logra convencer de que, la belleza de la imagen es otro de los portentos que ostenta esta película, y de ahí, su perdurabilidad en el recuerdo nostálgico de épocas pasadas.                



La "still pose" de la pareja protagonista.


Las monjas preparan a María para la boda.


Una toma distinta con los niños de la película durante un descanso en el rodaje. Atrás aparece el veterano actor inglés Richard Haydn


Otro de los momentos sublimes que tiene la película, es la representación del teatro de títeres.


En resumen, el reestreno en salas de "La Novicia Rebelde", nos sigue manifestando su elixir romántico, perfectible, grato, simpático y agradable, con la consciencia de estar frente a una película, elaborada para el disfrute de toda la familia, que se puede volver a revisionar como la primera vez y descubrir nuevas sorpresas. 

Es también la manifestación más adecuada para entender al cine como espectáculo de masas, como un divertimento que sabe ser atractivo a los sentidos y que busca la bondad y el positivismo en cada secuencia sin ser peyorativo, y considerando un tema tan serio y complejo como fue la Segunda Guerra Mundial. 

Queda en cada uno de nosotros, un recuerdo lejano, quizás de la niñez o a la adolescencia, haber tarareado algunas de las canciones más inolvidables de su banda sonora. 

A un tiempo no muy lejano para una obra de este tenor, de sesenta años atrás, todavía sigue siendo un relato muy refrescante, vigoroso, dulce, algo repipi, humanista, divertido, agudo, emocionante, nostálgico y amoroso. 

¿Se puede pedir más para mostrarle a los niños? 

Recomendable para ver en compañía de los hijos, sobrinos y nietos, sin duda, donde los paisajes de Salzburgo aparecen con toda su belleza esplendorosa y su elocuente magnitud. 

"La Novicia Rebelde"/"Sonrisas y lágrimas"/"The Sound of Music", es de esas películas vigorizantes, para salir con una sonrisa de los cines. No se la pierda.   


María recibiendo las flores de sus "hijos adoptivos".


Max Detweiler perpetuando con los niños, las melodías de un coro familiar. 


La Familia von Trapp participando en una Competencia festivalera, antes de huir por las montañas del dominio del nazismo. 


Detrás de escena.


El director Robert Wise alentando a los niños a cantar junto al maravilloso paisaje de Salzburgo. 


En el rodaje en exteriores, Julie Andrews repasando el guion junto a las actrices Angela Cartwright y Heather Menzies.


Robert Wise celebrando la actuación de Debbie Turner, en una rara fotografía de la época. Observan la escena: Angela Cartwright, Duane Chase y Charmian Carr.  


Julie Andrews retocando su delineador de cejas durante el rodaje en exteriores.


Julie Andrews junto a la verdadera María von Trapp recibiendo detalles de su personalidad, durante un instante del rodaje. 


María con el traje que nadie quiso aceptar de regalo en una toma de la película.


Muy seria aparece Julie Andrews antes de la filmación de una secuencia.


Preciosa toma desde atrás durante la filmación de la secuencia de una contagiosa canción, donde los niños saltan unas escalinatas.


Julie Andrews en un descanso del rodaje.


Charmian Carr conversa animadamente con su "hermano de ficción" Nicholas Hammond. Nótese el bolso de la empresa aérea PAN AM.  



Curiosa fotografía del rodaje en interiores, donde se alcanzan a ver los focos de iluminación para realzar los rostros.  


De la prueba de vestuario de Julie Andrews.


Foto actual del Palacio donde se filmó parte de la película. Desde movie-locations.com

Fotos-Gentileza: 20th Century Fox- The New York Times- People- The Guardian- Film at Lincoln Center- The Making of the Sound of Music- The Telegraph- This is Salzburg- Rodgers & Hammerstein- The Hollywood Report- Town & Country Magazine- Entertaiment Weekly- Childs Starlets.com- Archivo. -   


Cartel original de la película, que estuvo clavado en los ficheros del recordado Cine Plaza de Talca durante meses. 


En el relanzamiento de la película en cines, este poster publicitario invita a viajar y dejarse llevar de la mano de la novicia María.  



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